El primer Bonsái en México
La llegada de los primeros bonsáis a México en la época de Porfirio Díaz fue toda una odisea, según cuenta Ernesto Matsumoto, quien pertenece a la familia pionera en la introducción del Bonsái en México.

Fue en los años de bonanza y esplendor del Porfiriato, en la última década del siglo XIX, cuando Tatsugoro Matsumoto, abuelo del continuador de la tradición bonsaista en México, introdujo las primeras especies a territorio nacional. Lo hizo a pedido del propietario de una mina en el estado de Hidalgo, de nombre José Landeros, quien deseaba un jardín japonés en una hacienda de San Miguel Regla. Tatsugoro viajo a Japón para seleccionar personalmente las plantas que utilizaría en su composición paisajista para el casco de la Hacienda San Juan Hueyapan, en Hidalgo, pero el barco fue sorprendido por la guerra entre China y Japón y fue desviado a Macao.
El cargamento tardo dos años en llegar a San Francisco, California, donde el joven Tatsugoro, recién graduado de arquitecto paisajista en Kyoto, se encontró con que su cargamento no había resistido la penosa y prolongada travesía.
Seis años después Tatsuguro viajo a Japón con la misión de traer más bonsáis y plantas de ornato, pero esta vez se embarco con ellas y convirtió la bodega en un invernadero para asegurarse de que recibieran el agua y los cuidados necesarios.
El maestro Matsumoto continuó su odisea por tren desde Ciudad Juárez, Chihuahua, al Distrito Federal. En ese tiempo, los jardines japoneses eran una excentricidad de los gobernantes y la clase adinerada de Estados Unidos y Latinoamérica y en esas esferas se movían los contratos y las oportunidades para personas que dominaban ese arte milenario.
Matsumoto recibió ofertas de banqueros peruanos, de políticos mexicanos, del mismo Porfirio Díaz, Presidente de México por 30 años consecutivos, y del norteamericano John Mclaren, quien dirigía el diseño de jardines del Parque Golden Gate de San Francisco. Matsumoto decidió asentarse en la colonia Roma y montar ahí su vivero del que salieron plantas para los jardines del Castillo de Chapultepec y para numerosas casas de alcurnia.
Sin embargo, los árboles en miniatura tardaron medio siglo en prosperar en México, ya que cuatro guerras (la chino-japonesa, la Revolución Mexicana, la Primera y la Segunda Guerra Mundial) impidieron que se diseminara la práctica de esta modalidad en el país. En este capitulo se exploraran otros antecedentes de migrantes y refugiados japoneses que hayan contribuido a la propagación del arte bonsái en México.
Los primeros amantes del bonsái surgieron en los años 60's, primero como coleccionistas y mas tarde como bonsaistas, ya que el cultivo de árboles en maceta seguía manteniéndose en secreto. Se trata de profesionales que provenían de dos grandes vertientes: ingenieros agrónomos, químicos, expertos en horticultura, bacteriología, manejo de suelos, médicos o industriales retirados o bien escultores, pintores, arquitectos paisajistas, decoradores de interiores, diseñadores de jardines, propietarios de viveros y artistas de diversas disciplinas que encontraron en el bonsái una terapia, una manera de satisfacer intereses mas personales o de aplicar sus destrezas artísticas y conocimientos científicos.
Araceli "Chery" de Cortes es una de las precursoras mas importantes del Arte Bonsái en México no solo por su temprana participación en Talleres y Convenciones Internacionales, sino por su privilegiada relación con grandes maestros de la talk de Yuji Yoshimura (quien popularizo el arte del Bonsái en Occidente con su libro: "El Arte japonés de los árboles y de los Paisajes en Miniatura"); Ben Oki y John Yoshio Naka, ambos miembros de la comunidad japonesa norteamericana e importantes promotores del arte del Bonsái en la sociedad occidental.
Otros importantes iniciadores del bonsái en México han sido el escultor Guillermo Castaño, Fundador del Club Bonsái Tijuana y uno primeros en formarse al lado de Shigeru y Roy Nagatoshi, creadores de la Fuji Bonsái Nursery en California, el doctor Ramiro Blancarte, fundador junto con Chery del Club Calli de Guadalajara, el ingeniero Emigdio Trujillo y Gustavo Treviño, impulsores de la Federación Mexicana de Bonsái, entre otros.
En el sexenio de Luís Echeverría (1976-82), se alentó la actividad al aprobarse un permiso de importación de especies, gracias a la afición del entonces presidente al bonsái y de la presencia del jardinero y maestro de origen japonés, Mario Oguri.
Sin embargo, en las ultimas dos décadas y en especial del 2000 para acá, esta disciplina ha cobrado un importante auge con la aparición de clubes, asociaciones y otro tipo de agrupaciones en diversas partes de la Republica, todos interesados en cultivar especies nativas y en celebrar Congresos Anuales en los cuales se ha creado una verdadera comunidad de bonsaistas, coleccionistas, proveedores, técnicos y aficionados, todos interesados en compartir experiencias.
Los jardineros de Porfirio Díaz.
La familia Matsumoto. Tres generaciones entregadas a desarrollar esta tradición en México.
Tras los rastros prehispánicos del bonsái. El jardín botánico de Nezahualcoyotl en Tezcutzingo. Búsqueda en los códices indígenas de posibles representaciones de árboles enanos.
Fundadores del Arte del Bonsái en México y creadores de la Federación Mexicana de Bonsái